Olores
Todo lugar tiene un olor:
cebollas para el mercado,
grama cortada para el camposanto,
Caminé las calles que olían a tomate y carbón,
con sus palomares amontonados en callejones
puertas comunales que abren cien veces al día
pero no cierran la desdicha al atardecer.
Cuatro calles nada más,
que olían a tierra mojada y frijoles volteados
calles que parecían cambiar de color
cada vez más brillantes y menos olorosas
cada vez, más espaciosas.
Llegué a un lugar de hermosos jardines que entre rejas
albergan perros que parecen de algodón.
Busco olores en el ambiente,
nada llama mi atención,
nada huele a humano,
nadie habita en la mansión.
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