2: a.m.
Es de madrugada
Parpadeo lento y puedo ver
el reflejo de los postes
en medio del asfalto,
no es un paisaje, pero es bello.
Siento el frío
y recuerdo Panajachel
después de un apagón,
refugiados a la orilla del lago,
elevados sobre todos,
en una caseta de metal
Veo el reloj y son las dos,
Mis pupilas se dilatan,
y de pronto:
Una bomba de sonidos estalla
y entiendo dónde estoy.
Puertas azules de metal,
luces intermitentes,
y por radio notifican,
que he identificado tu cadáver.
Una insistente voz
me ofrece en veinticuatro cuotas
la ostentosa y pulcra sala velatoria,
con una cómoda habitación adjunta,
para poder llorarte en soledad
o talvez dormir,
y sentirte frío
como entonces.
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